DIÁLOGOS CON LA DANZA
© Alicia Alonso
© Octava edición: Ediciones Cumbres, 2020
© De la cubierta: Alicia Alonso en Carmen. Foto Tonatiúh Gutiérrez
Colección Museo Nacional de la Danza, Cuba
Todas las imágenes (fotos, ilustraciones, pinturas, dibujos...) que aparecen en esta
edición proceden de los archivos del fondo iconográfico del Museo Nacional de la
Danza, La Habana, Cuba
© Del prólogo: Como un rayo de luz. Dulce María Loynaz
Edición: Pedro Simón Martínez
Colaboladores: José Ramón Neyra y Ahmend Piñeiro
EDICIONES CUMBRES
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Fundadora de Ediciones Cumbres: Mayda Bustamante
Diseño de catálogo: Carril Bustamante
Corrección ortotipográfica: Vivian Stusser
ISBN: 978-84-947063-6-3
Depósito legal: M-6527-2020
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Diálogos con la danza brinda al
lector la oportunidad de apreciar el testimonio directo de una célebre artista del ballet mundial: la mítica Alicia Alonso. En su país natal, Cuba, la gran bailarina inició sus estudios de un
arte, que perfeccionaría en los Estados Unidos, y en el que brillaría como bailarina, coreógrafa y maestra en los más importantes centros de la danza escénica mundial. Su carrera se extendió
desde los años 30 del siglo XX hasta las dos primeras décadas del actual. Fundó y dirigió el Ballet Nacional de Cuba, compañía de renombre internacional, y creó una escuela de ballet,
de la cual constituye ejemplo principal e inspiración. Las reflexiones que aquí se expresan, propias y originales, ilustran los conceptos estéticos de Alicia Alonso y sus experiencias junto a
otras personalidades de la danza, como Michel Fokine, Léonide Massine, Georges Balanchine, Antony Tudor y Agnes de Mille, entre otros. Este libro atraerá no solo a los especialistas, sino también
al más amplio espectro de lectores, que lo disfrutarán como una experiencia inolvidable.
Al lector
Ya en los inicios de mi larga carrera como bailarina, debí convencerme de que la fundamentación o defensa de mi arte no podía hacerla solamente desde el escenario. Luego de transcurridos los primeros años de aprendizaje y búsqueda de un camino a seguir, la experiencia me fue enseñando que, en muchas ocasiones, era necesario que la batalla se librara también con la palabra. Y he aquí que, desde entonces, debí enfrentarme a un medio de expresión en el que siempre me he sentido con todas las desventajas. Después de horas, días, años dedicados al lenguaje de la danza y la expresión dramática, a ampliar y profundizar la comunicación con el público por medio del movimiento y la gestualidad, fue preciso encerrar esto en conceptos, para expresarlo dentro de un universo cuyas leyes y recursos no eran los de mi arte. Creo que este reto lo han tenido, en mayor o menor medida, casi todos los artistas de la danza, así como otros cuyo lenguaje artístico no se envuelve en la palabra. Así fue que, primero con timidez, luego con mayor desenfado —sobre todo por haber adquirido la conciencia de que era imprescindible explicar, defender y promover determinados valores, y enfrentar problemáticas esenciales de la danza— comencé a suscribir textos, a permitir que se publicaran con mi firma las transcripciones de charlas, conferencias y otras intervenciones; además de las consabidas entrevistas, verdadero asedio que los artistas sufrimos —no siempre con igual paciencia—, por parte de los curiosos periodistas.
En 1986 se me solicitó, por primera vez, autorización para formar un libro, que con el título de Diálogos con la danza reuniría una selección de mis textos y entrevistas, nacidos ellos en diferentes épocas y circunstancias, y con objetivos diversos. Publicado ese título en La Habana, por la editorial Letras Cubanas, fui la primera sorprendida con su éxito, pues se agotó en pocas semanas. Dos años después, en 1988, la editorial Galerna, de Buenos Aires, también publicó con gran aceptación el libro; y en 1993, a cargo de la Universidad Complutense de Madrid, vio la luz la edición española, dirigida fundamentalmente a los alumnos de la cátedra de danza, recién creada entonces en aquel alto centro de estudios. Cada nueva edición tuvo cambios y adiciones, y varió totalmente su formato y material gráfico. Ahora, en los inicios de un nuevo siglo —tópico que suele repetirse en estos días— estamos presentando esta cuarta edición, notablemente enriquecida y variada de manera radical en su estructura.
En Diálogos con la danza podrá encontrar el lector recuerdos de los momentos iniciales de mi carrera, breves impresiones sobre algunas obras de mi repertorio, testimonios acerca de famosas personalidades con las que trabajé, así como puntos de vista referidos a cuestiones —a veces polémicas— que atañen a la profesión del bailarín y al arte de la danza en general. En ningún caso intento un análisis sistemático y exhaustivo de los temas que abordo, que son tratados en el libro de manera irregular, acorde con el carácter circunstancial con que se produjeron estos textos. En el caso de las entrevistas —escogidas entre centenares que se me han realizado durante varias décadas—, están condicionadas a la época y a los planteamientos de los periodistas, que, con frecuencia, incluyen comentarios o apreciaciones propias. Como suele ocurrir, el estilo o la tónica que cada uno dio a la entrevista determinó en gran medida su carácter. Al revisar mis respuestas, en algunos pocos casos he rectificado errores, o precisado criterios que, en mi opinión, no fueron bien recogidos por los entrevistadores.
Al autorizar la publicación de este libro, atiendo la cariñosa solicitud de múltiples colaboradores y compañeros de profesión, y lo hago de nuevo con la esperanza de que sea útil, ante todo, a los jóvenes bailarines, coreógrafos, profesores; y también a quienes ejercen la crítica o el periodismo relacionado con la danza. Sin olvidar, desde luego, al público fiel y entusiasta, factor que también hace posible que el espectáculo de danza exista. El probable valor que tengan las ideas o criterios recogidos en este volumen estaría dado por el hecho de que tienen su base en una experiencia profesional ininterrumpida, que comprende un periodo de más de seis décadas, y siempre estuvo arraigada en un sentimiento de entrega, amor y honestidad hacia el arte de la danza.
Que esta nueva forma de diálogo nos siga acercando a un arte al que he consagrado mi vida, y que está enraizado en lo más profundo y bello del ser humano.
Alicia Alonso, La Habana, 2003